Cuentan que un hombre compró a una
muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y se echó a llorar. La
muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió:
—Tienes tan bellos ojos que me
olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se
arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
—¿Por qué te has maltratado así? Has
disminuido tu valor.
Ella respondió: —No quiero que haya nada en mí que te aparte
de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños
una voz que le decía: “La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó
para nosotros y te la hemos tomado”. Al despertar, encontró cuatro mil denarios
bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.
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